LA SONRISA DE UN NIÑO
Leía en la prensa las últimas informaciones sobre la tragedia del colegio de Beslán, y me fijaba en la fotografía de un niño de unos 7 años, con la mirada perdida y el rostro serio, y quien sabe que estaría pensando.
Al cabo de unos minutos, me encontraba con otra noticia sobre los efectos que va teniendo la eutanasia en Holanda, y se mencionaba “la muerte digna” de un niño de pocos años, cuya única culpa era tener una grave enfermedad congénita.
El mundo que estamos construyendo los adultos ha privado de la sonrisa a muchos niños de ese Colegio de Osetia del Norte (por el absurdo terrorismo de unos) y a ese niño holandés (por el cínico progresismo de otros), y sin embargo asistimos impasibles a estos hechos, como si fueran algo normal en los tiempos que nos ha tocado vivir.
Eso si, los políticos enseguida se han manifestado en contra, mostrándonos que los culpables son otros, en un caso los incorregibles independentistas y en el otro, la lucha por una mejor calidad de vida. Pero al final hemos tenido el mismo resultado, la desaparición de algo tan valioso como la sonrisa de un niño.
Cuando nos acostumbremos a no dar importancia a estos hechos, nuestra vida habrá perdido toda sensibilidad y tendremos de humanidad, sólo el nombre. Para aquellos que quieran seguir disfrutando de la mirada limpia y franca de los niños, y verles sonreír sea la mejor terapia vital, es el momento de gritar: ¡Basta ya de mentiras, de injusticias, de eufemismos y de manipulaciones!.
Al cabo de unos minutos, me encontraba con otra noticia sobre los efectos que va teniendo la eutanasia en Holanda, y se mencionaba “la muerte digna” de un niño de pocos años, cuya única culpa era tener una grave enfermedad congénita.
El mundo que estamos construyendo los adultos ha privado de la sonrisa a muchos niños de ese Colegio de Osetia del Norte (por el absurdo terrorismo de unos) y a ese niño holandés (por el cínico progresismo de otros), y sin embargo asistimos impasibles a estos hechos, como si fueran algo normal en los tiempos que nos ha tocado vivir.
Eso si, los políticos enseguida se han manifestado en contra, mostrándonos que los culpables son otros, en un caso los incorregibles independentistas y en el otro, la lucha por una mejor calidad de vida. Pero al final hemos tenido el mismo resultado, la desaparición de algo tan valioso como la sonrisa de un niño.
Cuando nos acostumbremos a no dar importancia a estos hechos, nuestra vida habrá perdido toda sensibilidad y tendremos de humanidad, sólo el nombre. Para aquellos que quieran seguir disfrutando de la mirada limpia y franca de los niños, y verles sonreír sea la mejor terapia vital, es el momento de gritar: ¡Basta ya de mentiras, de injusticias, de eufemismos y de manipulaciones!.
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