EDUCACIÓN DEL CARÁCTER
Es obvio que cada cual tiene su propia personalidad, la cual responde a una combinación de temperamento y de carácter, siendo este último el que obedece a una serie de influencias, de tipo familiar, social, cultural, etc.
Si diferenciamos a unas personas por su buen o mal carácter, resulta patente que interesa sobremanera, poner esfuerzo en la educación del carácter, ya que este marcará notablemente a la persona.
Hoy día, parece que los padres sólo conceden importancia al desarrollo intelectual de sus hijos, preocupándose exclusivamente por las notas conseguidas, y esto es un peligroso error, ya que la formación de los hijos, debe incluir todas sus dimensiones.
A los hijos se les debe ayudar en la formación de unos hábitos sólidos y bien arraigados, que les ayuden a ser personas de criterio, que toman sus propias decisiones, evitando que otros las tomen por ellos.
Es verdad que la sociedad necesita grandes intelectuales y excelentes profesionales, pero necesita mucho más a buenas personas.
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