ABSTINENCIA Y AYUNO
El otro día, en una conversación de amigos, alguien comentó que todas las religiones prohíben comer algún que otro tipo de alimentos, aduciendo determinados motivos, para reforzar la pertenencia a esa religión, algo así como un sello distintivo.
Evidentemente las opiniones son libres, y si alguien quiere otorgar un carácter de personalismo y “clasismo” en el aspecto alimenticio que lo haga, pero la realidad, por lo menos en lo que se refiere a la Iglesia Católica, no tiene el menor fundamento.
Como se recoge en el número de febrero-marzo de la revista OCU SALUD (elaborada por la Organización de Consumidores y Usuarios), los musulmanes, de acuerdo a lo indicado en El Corán: “consideran ilícitos para el consumo humano los animales sacrificados sin el ritual adecuado o en adoración a otra divinidad, su sangre y los animales muertos por accidente o enfermedad, etc. “, además de excluir determinados animales.
Por su parte la religión judía “establece un listado de carnes que son aptas para el consumo; sólo permite los pescados que tienen aletas y escamas; prohíbe las anguilas y mariscos..., además la carne y la leche no pueden combinarse en la misma comida...”.
En cambio, en la religión católica no se prohíbe el consumo de ningún alimento, lo único que indica es que en los viernes del Tiempo de Cuaresma (más el miércoles de Ceniza), no se coma carne, como una llamada de atención corporal del tiempo litúrgico tan importante que se está viviendo, procurando una mejor preparación para la Pasión de Jesucristo. Por supuesto que no están incluidos los niños, las personas de la tercera edad y los enfermos.
Además, a nada que uno indague un poco en la historia, podrá descubrir como la carne no era en los siglos pasados, un alimento de consumo frecuente, por lo que la Iglesia no pretendía causar una “mala nutrición” en los fieles, lo cual podría ser achacable si se hubiera fijado en alimentos como el pan, la leche, los huevos, etc., pero lo único que pretende es conseguir una llamada de atención sobre el acontecimiento que se va a vivir.
A pesar de todo, siempre habrá quien se escandalice farisaicamente, mientras por otro lado somete a su cuerpo a horas y horas de gimnasio para conseguir una figura 10, al tiempo de tomar una serie de productos que permitan una mayor musculatura, sin dar mayor importancia a sus posibles efectos secundarios.
Evidentemente las opiniones son libres, y si alguien quiere otorgar un carácter de personalismo y “clasismo” en el aspecto alimenticio que lo haga, pero la realidad, por lo menos en lo que se refiere a la Iglesia Católica, no tiene el menor fundamento.
Como se recoge en el número de febrero-marzo de la revista OCU SALUD (elaborada por la Organización de Consumidores y Usuarios), los musulmanes, de acuerdo a lo indicado en El Corán: “consideran ilícitos para el consumo humano los animales sacrificados sin el ritual adecuado o en adoración a otra divinidad, su sangre y los animales muertos por accidente o enfermedad, etc. “, además de excluir determinados animales.
Por su parte la religión judía “establece un listado de carnes que son aptas para el consumo; sólo permite los pescados que tienen aletas y escamas; prohíbe las anguilas y mariscos..., además la carne y la leche no pueden combinarse en la misma comida...”.
En cambio, en la religión católica no se prohíbe el consumo de ningún alimento, lo único que indica es que en los viernes del Tiempo de Cuaresma (más el miércoles de Ceniza), no se coma carne, como una llamada de atención corporal del tiempo litúrgico tan importante que se está viviendo, procurando una mejor preparación para la Pasión de Jesucristo. Por supuesto que no están incluidos los niños, las personas de la tercera edad y los enfermos.
Además, a nada que uno indague un poco en la historia, podrá descubrir como la carne no era en los siglos pasados, un alimento de consumo frecuente, por lo que la Iglesia no pretendía causar una “mala nutrición” en los fieles, lo cual podría ser achacable si se hubiera fijado en alimentos como el pan, la leche, los huevos, etc., pero lo único que pretende es conseguir una llamada de atención sobre el acontecimiento que se va a vivir.
A pesar de todo, siempre habrá quien se escandalice farisaicamente, mientras por otro lado somete a su cuerpo a horas y horas de gimnasio para conseguir una figura 10, al tiempo de tomar una serie de productos que permitan una mayor musculatura, sin dar mayor importancia a sus posibles efectos secundarios.
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