CREDIBILIDAD BAJO MÍNIMOS

Uno de los valores más apreciados en las personas es la sinceridad. Las relaciones humanas se resquebrajan, cuando no se puede confiar en los demás, y por tanto el grado de credibilidad que se respira en el ambiente, es mínimo.

Este hecho probado, incide en la persona individual y por extensión a toda la sociedad, pero si además es ejercido por los que deben dar ejemplo al resto de ciudadanos, como son los representantes políticos, la situación de desconfianza que se genera en la sociedad, es absoluta.

En la actualidad, el Gobierno de España se está moviendo en un difícil equilibrio de “nadar y guardar la ropa”, pero con el pesado lastre de haber dejado su credibilidad bajo mínimos.
Entre la paradójica cooperación tripartita de gobierno, los desmentidos continuos de un equipo ministerial que hace aguas, una gran cantidad de promesas electorales incumplidas (y lo que es peor, que nunca se cumplirán), unas elecciones vascas llenas de interrogantes, una comisión del 11-M que brilla por su poca transparencia, unas relaciones internacionales poco fiables (por ejemplo, el Rey de Marruecos apoya la candidatura de Paris 2012), una economía que empieza a desplomarse, etc., nos vemos abocados a llamar a este Gobierno Pinsiete, porque miente más que Pinocho.