UNA SONRISA POR FAVOR
A propósito del interesante y refrescante artículo del psicólogo José Benigno Freire, en el que propone el humor como antídoto para las dificultades educativas, me parece conveniente ampliarlo y no dejar el humor solamente para el campo de la enseñanza.
Afirma el citado psicólogo que “sin vocación ni humor la enseñanza puede convertirse en una profesión ingrata”, pero puntualiza acertadamente que no se trata de estar siempre riéndonos a carcajadas, sino que “el signo típico del sentido del humor es la simple sonrisa: un gesto suave, tenue, amable, que se caracteriza por esponjar el ánimo”.
Quizás hoy día hemos perdido algo de este sentido del humor, tan característico de nuestra cultura y de nuestra forma de ser, y nuestra vida se está volviendo más tensa y estresante, y al mirarnos al espejo podemos sorprendernos del gesto tan serio que tenemos.
El genuino sentido del humor, es respetuoso y sabe aprovechar cualquier circunstancia para sacar partido, sin caer en obscenidades ni vulgaridades, evitando el clásico chiste fácil, que siempre acaba de color negro o verde.
Y para acabar nada mejor que hacerlo con una sonrisa, y además de la vida misma, pues me sucedió la semana pasada:
Al encontrarme con un alumno (tiene 10 años), al que animo con frecuencia para que lleve los cordones de los zapatos atados, observé que tenía un zapato perfectamente atado con un bonito lacito, pero el otro estaba desatado, por lo que le dije:
“Rafa, ¡que bien tienes el zapato derecho, pero en cambio el izquierdo lo tienes desatado!, A ver si consigues tener los dos zapatos iguales”. Se me quedó mirando unos segundos y me dijo: “Profe, eso está hecho”, y se desató los cordones del zapato derecho. Ni que decir tiene que estuvimos los dos riéndonos un buen rato. Rafa es un poco descuidado, pero no me negarán el ingenio que tiene.
Seguro que a todos nos suceden situaciones en las que podemos poner algo más de nuestra parte, para lograr crear un mejor ambiente, en el que la sonrisa aflore con más asiduidad. En próximos artículos ya iremos contando más sucesos diarios, en los que el sentido del humor sea el protagonista.
Afirma el citado psicólogo que “sin vocación ni humor la enseñanza puede convertirse en una profesión ingrata”, pero puntualiza acertadamente que no se trata de estar siempre riéndonos a carcajadas, sino que “el signo típico del sentido del humor es la simple sonrisa: un gesto suave, tenue, amable, que se caracteriza por esponjar el ánimo”.
Quizás hoy día hemos perdido algo de este sentido del humor, tan característico de nuestra cultura y de nuestra forma de ser, y nuestra vida se está volviendo más tensa y estresante, y al mirarnos al espejo podemos sorprendernos del gesto tan serio que tenemos.
El genuino sentido del humor, es respetuoso y sabe aprovechar cualquier circunstancia para sacar partido, sin caer en obscenidades ni vulgaridades, evitando el clásico chiste fácil, que siempre acaba de color negro o verde.
Y para acabar nada mejor que hacerlo con una sonrisa, y además de la vida misma, pues me sucedió la semana pasada:
Al encontrarme con un alumno (tiene 10 años), al que animo con frecuencia para que lleve los cordones de los zapatos atados, observé que tenía un zapato perfectamente atado con un bonito lacito, pero el otro estaba desatado, por lo que le dije:
“Rafa, ¡que bien tienes el zapato derecho, pero en cambio el izquierdo lo tienes desatado!, A ver si consigues tener los dos zapatos iguales”. Se me quedó mirando unos segundos y me dijo: “Profe, eso está hecho”, y se desató los cordones del zapato derecho. Ni que decir tiene que estuvimos los dos riéndonos un buen rato. Rafa es un poco descuidado, pero no me negarán el ingenio que tiene.
Seguro que a todos nos suceden situaciones en las que podemos poner algo más de nuestra parte, para lograr crear un mejor ambiente, en el que la sonrisa aflore con más asiduidad. En próximos artículos ya iremos contando más sucesos diarios, en los que el sentido del humor sea el protagonista.
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