REFLEXIONES SOBRE EL BOTELLÓN
En la noche del pasado 17 de marzo, tuvo lugar en varias provincias españolas, la fiesta del “macro botellón”, a la que se convocó a decenas de miles de jóvenes, a través de SMS y de correos electrónicos.
Antes, durante y después de estas celebraciones, hemos podido leer y oír comentarios de todo tipo de personas: jóvenes que han asistido, jóvenes a los que no les gusta el botellón, el Defensor del Menor, Delegados del Gobierno, Alcaldes, Ministra de Sanidad, etc.
Resumir todo esto resulta bastante difícil, pero me quedo con dos declaraciones bastante significativas: la de un joven asistente y la del Defensor del Menor. En una se alude “al derecho que tienen a divertirse consumiendo alcohol”, mientras que en otra se habla de “la necesidad de educar en valores a los jóvenes”.
Si unimos estas dos declaraciones, llegamos a una realidad que estamos viviendo día a día: la falta de educación en valores de nuestra sociedad, está llevando a muchos jóvenes – entre otras cosas-, a asociar su tiempo libre con consumo de alcohol.
Resulta especialmente llamativo, como la actual Ministra de Sanidad se ha llevado la manos a la cabeza ante estas masivas concentraciones de jóvenes, y ha puesto todo lo que estaba en su mano para impedirlo, desde pedir a los jóvenes que no asistieran, hasta la solicitud de medidas policiales. Pero habría que recordar a la Ministra, que esto que estamos recogiendo, es lo que su partido ha venido fomentando durante estos últimos años, por tanto no debe extrañarse, ni rasgarse farisaicamente las vestiduras. Es más, por desgracia, esto es la punta del iceberg de los “valores” que han transmitido a los jóvenes: permisivismo, consumismo, hedonismo...
Son muchas las frases y eslogans que se han transmitido a los jóvenes: “sexo seguro”, “a colocarse y al loro”, “pónselo, póntelo”, “a vivir que son dos días”, “vive tu vida”..., en el fondo se ha inculcado en los adolescentes la ley del me apetece. Además el ejemplo de los adultos, no ha sido precisamente el más adecuado.
No es admisible la hipocresía de un Gobierno que quiere evitar estas concentraciones de jóvenes, no por el mero consumo de alcohol, sino más bien por el desorden social que llevan aparejadas. Y si hablamos de hipocresía, está queda reflejada en la Ley Orgánica de Educación que se quiere aprobar, donde la palabra “esfuerzo” no se encuentra por ningún sitio, pero si se alude a los “novillos consentidos” y a una Educación para la Ciudadanía que de educación tiene muy poco.
Afortunadamente, mientras unos jóvenes expresan su rebeldía juvenil, provocando a la sociedad consumiendo alcohol, otro muchos lo hacen en labores de solidaridad, dedicando parte de su tiempo en labores de voluntariado o en diversas actividades a favor de los demás.