EDUCACIÓN SEXUAL

En el último número de la revista Nuestro Tiempo, aparece un interesantísimo artículo del Doctor Jokin de Irala, sobre el estudio realizado en 12 libros de texto de Biología y Geología de 3º de la ESO, para comprobar “si promueven estilos de vida saludables para prevenir eficazmente problemas de salud pública como la promiscuidad sexual o las enfermedades de transmisión sexual”.

Los resultados no pueden ser más desalentadores y preocupantes, pues aparecen errores científicos, además de graves deficiencias educativas que incitan a conductas de riesgo entre los adolescentes.

Esta preocupación se convierte en verdadera alarma, cuando se afirma que el uso del preservativo evita el contagio de enfermedades de transmisión sexual, algo absolutamente falso cuando existe un gran número de enfermedades que se transmiten por el simple contacto de piel con piel.

Estos manuales se centran en el “cómo se hace” y en “cuantas más veces mejor”, por lo que reducen la sexualidad a su aspecto fisiológico, confundiendo la capacidad reproductora con la madurez sexual.

La educación sexual no se puede separar de la educación de la afectividad, en la que las relaciones sexuales se vinculen con el amor y el compromiso que enmarca a la propia persona y a sus relaciones interpersonales.

Por si fuera poco, en la mitad de estos manuales se olvidan de la familia (y de los profesionales de la educación), ya que recomiendan a los adolescentes informarse sobres las enfermedades de transmisión sexual, a través de la prensa y de la televisión.
Lo lamentable de todo esto, es que no podemos confiar en que el Ministerio de Educación intervenga adecuadamente, para corregir estas graves deficiencias, cuando el propio Ministerio junto con el Instituto de la Mujer, pretenden difundir un folleto sobre educación sexual, con afirmaciones y comentarios mucho más graves que los señalados.