FORO XXI

Este Blog sirve como medio de comunicación y debate, en todos aquellos asuntos que requieren la atención del hombre y de la mujer del siglo XXI. Los comentarios que se viertan en las distintas cuestiones abordadas, respetando siempre a las personas que los hagan, servirán para el enriquecimiento de todos. Se pondrán los medios necesarios, para que los diversos idiomas de los participantes, no sean obstáculo para conseguir la mayor difusión de estos coloquios.

Thursday, July 01, 2004

DICCIONARIO DEL SIGLO XXI

En este inicio del siglo XXI, con tantos avances tecnológicos de todo tipo, hay una herramienta imprescindible para poder manejarse con cierta soltura y seguridad, me refiero al nuevo diccionario, del que se están haciendo ediciones de bolsillo, para poder ser consultado en cualquier momento.

Para no hacer esta reseña demasiado extensa, pondré sólo algunas frases y palabras, así como su significado:

Salud reproductiva: se quiere indicar que la salud es un preciado bien para todos, menos para el feto.
Políticamente incorrecto: postura valiente pero que te va a costar no salir en la foto.
Síndrome postvacacional: la clásica vuelta al trabajo, pero dicha de una forma más acorde con los tiempos.
Tolerancia cero: ¡hasta aquí hemos llegado!, es decir que de una forma u otra, hay que seguir utilizando la palabra “tolerancia”, pues es políticamente correcta (ver segunda definición).
Clínicamente probado: etiqueta que se pone a todo producto de dudosa procedencia.
Homófobo: calificativo utilizado por el colectivo gay-lésbico, para descalificar a quienes no piensan (¿y hacen?) como ellos.
Planificación familiar: utilización de medios anticonceptivos para no tener familia.
Bidifus activos, regenerador intestinal, estimulador vitamínico, etc.: productos “enriquecidos” con no se sabe qué, pero que no te sirven para nada.
Muerte digna: provocarte la muerte un tercero, con tu consentimiento (o de tus familiares), pero en el fondo de una forma miserable.
Química: atracción entre dos personas (antes esta palabra se utilizaba para designar la ciencia que estudia los elementos que forman parte de la naturaleza).
Prensa rosa: periodismo centrado en todo lo relacionado con las más bajas pasiones humanas.

Por hoy es suficiente, otro día seguiremos con más palabras.

APRENDER DEL PASADO PARA MEJORAR EL FUTURO

En estos últimos años los cambios tecnológicos se han producido a tal ritmo, que cada vez es más difícil estar al día en el manejo y conocimiento de todo lo que estos avances han puesto en nuestras manos.

Pero no solamente estamos asistiendo a estos inimaginables cambios en nuestras vidas, sino que muchos “expertos” en psicología, educación, sociología, etc., no se cuestionan la vida de las nuevas generaciones sin estos cambios espectaculares, es más, no entienden como las generaciones de los años 70 y 80 hemos podido sobrevivir sin la ayuda imprescindible de todo lo que ahora tenemos.

Uno echa a volar su imaginación sobre como vivimos aquellos años y efectivamente parece que hemos llegado al día de hoy de milagro pues no teníamos ni cascos ni rodilleras protectoras para montar en bicicleta, y además construíamos patinetes con tablas de madera y rodamientos sin más freno que nuestras “playeras Tórtola” (¡cuantos traumas por no disponer de las carísimas zapatillas de ahora!).

Nuestros padres no podían llamarnos a través de los teléfonos móviles (pobrecillos no sabían la de juegos y mensajes que se pueden tener en una hora) y se contentaban con el comentario de un vecino: “he visto a tu chico y al mío, jugando al fútbol en la esquina”. Podíamos subirnos a los árboles (todavía no eran especie protegida), y si nos caíamos, íbamos orgullosos a casa para que nuestra madre nos curara la herida, al tiempo de decirnos que tuviéramos cuidado la próxima vez, pero no se la ocurría demandar al Ayuntamiento, pidiendo una suculenta cantidad por la “grave negligencia” cometida al no señalizar el peligro que supone subirse a un árbol.

Podíamos beber agua de las mangueras, ahora en cambio tienes para elegir 20 tipos de agua mineral (con gas, sin gas, con sodio, sin cal...) para cuidar tu flora intestinal. Antes el campo no era un elemento de lujo, y podíamos ver vacas, conejos, burros..., el otro día me decía un chico de 10 años: “¿qué es un burro?”, y le dije: “no te preocupes eso es del pasado, tú céntrate en el progreso, lo importante es que sepas que es un bit.

Podíamos comer de todo y no eran tan frecuentes los problemas de sobrepeso, pero ¡que atraso hemos tenido al no disponer de todo tipo de bollos industriales y “chuches” con sus edulcorantes, colorantes, estabilizantes..., que han puesto al colesterol infantil al frente de los riesgos cardiovasculares, pero no pasa nada con las actividades deportivas extraescolares se soluciona todo, después del colegio pueden dedicar 2 horas a tenis, natación, judo, fútbol, baloncesto, karate, hípica, golf... y si no es suficiente se añade 1 hora más de inglés, informática, chino..., el caso es tener ocupado al niño, que en casa está muy pesado y no están los padres para aguantar a la criatura.

Y que decir de las Nintendos, Playstations, videojuegos de todo tipo, Internet, miles de canales de televisión, DVD, etc., hoy los jóvenes no son nadie si no disponen de estos aparatos, así que por esa misma regla de tres en nuestra época debíamos ser la generación pérdida, pues como mucho teníamos un televisor en blanco y negro (la familia que podía permitírselo), ahora si no tienes un televisor en el garaje, otro en la cocina, uno más en el cuarto de baño, en la habitación y un “megatelevisor panorámico” en la sala de estar, parece que te falta algo, y encima el niño va y te dice: “papá no se que me pasa, pero me cuesta mucho concentrarme”.

En lo referente al colegio, teníamos un carencia insoslayable pues no disponíamos de Departamento de Orientación-Psicológico-Recuperativo-Tutorial-Logopediático, sólo teníamos al maestro que nos recibía con la mejor de sus sonrisas y nunca oímos hablar del fracaso escolar. Ahora que recuerdo, si me pilla en estos días, hubiera denunciado por malos tratos al profe de Mate por el capón que me dio por hacerle burla (también es verdad que mi padre me dio dos cachetes cuando se enteró del suceso, pero también le hubiera denunciado ahora).

Cuando nos acostábamos, nuestra madre nos recordaba que rezáramos nuestras oraciones, sin el temor a que la tacharan sus vecinas de intolerante por meterse en la intimidad de nuestras vidas. Además nuestros padres estaban muy felices de bautizarnos, lo cual suponía también una fiesta familiar a la que acudían los abuelos, tíos, primos..., pero ahora impera el individualismo racionalista, y se acuña la frase de “que elijan ellos cuando sean mayores”, a este paso a los bebés habrá que hacerles un test post-nacimiento en el que habrán de contestar preguntas como: prefieres leche materna, de vaca o de oveja, deseas chupete o te conformas con el dedo gordo de tu mano, la cuna debe ser de madera o metálica,...y así hasta 1000 preguntas, para que cuando ese hijo “sea mayor” no señale a sus padres, diciéndoles: “en mis primeros años de vida he tenido que soportar vuestras decisiones antidemocráticas”.

Y no hablo del azote que se da a los recién nacidos, pues ha llegado a mis oídos que la Comisión de Derechos Humanos se ha puesto a estudiar el caso, al tiempo de dejar para otra ocasión el estudio de los miles de niños que nunca recibirán ese azotito, ya que no han sido deseados por sus padres y por tanto no merecen vivir, por lo que han sido abortados (perdón, quise decir interrupción voluntaria del embarazo, no sea que se ofendan esos padres que comparan a su hijo con un refresco que se toma según sus apetencia).

De todas formas, tan tontos no debimos ser, pues todos estos avances, innovaciones y mejoras son debidos a las personas que compartimos esa generación, y a pesar de nuestra ignorancia y palpables carencias, algo hemos hecho.

En fin, nos faltaron muchas cosas, es verdad, pero en cambio estábamos sobrados de otras: ilusión, esperanza, responsabilidades, cariño de nuestros padres y hermanos...y sobre todo de amigos, con los que compartíamos tantas cosas, algo de lo que carecen muchos jóvenes de hoy, al sustituirlos por horas frente al televisor o al ordenador, eso si, siempre les quedará el “consuelo sucedáneo” de haber estado chateando por esas redes que cubren todo el ancho mundo.

Incluso algunos jóvenes de nuestros días, nos ganan en tener dos padres y dos madres, bueno la realidad es que dos de ellos son postizos, pero lo que importa es que el día de Reyes y el del cumpleaños, se tienen dobles regalos... y el posible hermanito es canjeado por una mascota, un viaje a Disneylandia o una moto, dependiendo del poder adquisitivo del nuevo novio de mamá.

En nombre de esa generación perdida y abandonada, gracias a todas las madres y padres, por haber sido como fuisteis y habernos permitido que estemos hoy aquí para poder decíroslo.

UNA SONRISA POR FAVOR

A propósito del interesante y refrescante artículo del psicólogo José Benigno Freire, en el que propone el humor como antídoto para las dificultades educativas, me parece conveniente ampliarlo y no dejar el humor solamente para el campo de la enseñanza.

Afirma el citado psicólogo que “sin vocación ni humor la enseñanza puede convertirse en una profesión ingrata”, pero puntualiza acertadamente que no se trata de estar siempre riéndonos a carcajadas, sino que “el signo típico del sentido del humor es la simple sonrisa: un gesto suave, tenue, amable, que se caracteriza por esponjar el ánimo”.

Quizás hoy día hemos perdido algo de este sentido del humor, tan característico de nuestra cultura y de nuestra forma de ser, y nuestra vida se está volviendo más tensa y estresante, y al mirarnos al espejo podemos sorprendernos del gesto tan serio que tenemos.

El genuino sentido del humor, es respetuoso y sabe aprovechar cualquier circunstancia para sacar partido, sin caer en obscenidades ni vulgaridades, evitando el clásico chiste fácil, que siempre acaba de color negro o verde.

Y para acabar nada mejor que hacerlo con una sonrisa, y además de la vida misma, pues me sucedió la semana pasada:

Al encontrarme con un alumno (tiene 10 años), al que animo con frecuencia para que lleve los cordones de los zapatos atados, observé que tenía un zapato perfectamente atado con un bonito lacito, pero el otro estaba desatado, por lo que le dije:

“Rafa, ¡que bien tienes el zapato derecho, pero en cambio el izquierdo lo tienes desatado!, A ver si consigues tener los dos zapatos iguales”. Se me quedó mirando unos segundos y me dijo: “Profe, eso está hecho”, y se desató los cordones del zapato derecho. Ni que decir tiene que estuvimos los dos riéndonos un buen rato. Rafa es un poco descuidado, pero no me negarán el ingenio que tiene.

Seguro que a todos nos suceden situaciones en las que podemos poner algo más de nuestra parte, para lograr crear un mejor ambiente, en el que la sonrisa aflore con más asiduidad. En próximos artículos ya iremos contando más sucesos diarios, en los que el sentido del humor sea el protagonista.

VIOLENCIA DOMÉSTICA

Llevamos una larga temporada, en la que prácticamente todos los días, los medios de comunicación nos informan sobre algún suceso relacionado con la llamada “violencia de género” o “violencia doméstica”.

Es evidente que los autores de hechos tan lamentables y deplorables, deben sentir el peso de la justicia, es más, posiblemente sea conveniente mejorar algunos artículos del Código Penal, relacionados con estos delitos, además de tomar una serie de medidas de carácter preventivo con mayor rigor y contundencia, como son el alejamiento físico de la persona denunciada con anterioridad.

Pero todo esto no debe hacernos perder de vista que la actual situación, es la triste consecuencia de toda una serie de posturas, hechos, políticas e intereses, que durante estos últimos años, han fomentado un cambio radical en la consideración del ámbito familiar, provocando el paulatino aumento de carencias afectivas y emocionales, cuyas consecuencias estamos padeciendo.

No podemos rasgarnos las vestiduras, cuando hoy mismo se emiten dibujos animados, en los que se pone en entredicho la armonía familiar, y donde se fomentan posturas de clara desobediencia al padre y a la madre, con un descarado menosprecio a los progenitores. ¡Y que me dicen de los anuncios de coches, desodorantes, perfumes...!, en los que aparecen mujeres, apenas vestidas y en posturas un tanto provocativas. Resulta clamoroso el ataque que se hace a su dignidad, por parte de las agencias de publicidad y de las empresas anunciantes, lo cual ha motivado cierto conformismo en la sociedad.

Los que en su día miraron hacia otro lado, son los que en estos momentos claman con vehemencia por los valores perdidos, sin darse cuenta que su cobardía no puede justificarse con “la petición de la cabeza” del último canalla que acaba de maltratar a su novia, esposa o pareja.

¿TIENES CLAVE DE ACCESO?

Nuestro protagonista al llegar a su oficina y sentarse enfrente de su ordenador, tuvo que repetir 3 veces la contraseña de acceso y pensó: -“¡uff, la memoria me está empezando a fallar!”.

A la media hora se levantó para hacer una fotocopia, pero al llegar a la fotocopiadora, le entró un sudor frío, pues se dio cuenta que había olvidado la clave personal para poder usarla, menos mal que había un compañero y le pidió el favor de que se la hiciera.

Sobre el mediodía se dirigió a la sala de reuniones, pues había junta de trabajo de su sección, pero al poner el maletín en la mesa, tuvo un pequeño shock al mirar el dispositivo numérico que tenía que indicar, para poder abrirlo, pero era un ejecutivo de recursos y pensó en llamar a su secretaria, ya que recordó que una vez se lo dijo, pero al coger el móvil para llamarla, se percató que se había olvidado de la clave que desbloqueaba el teléfono, pero nuestro protagonista era un hombre impasible al desaliento y sacó su agenda electrónica (ya que quizás esta clave, la podía tener recogida en alguna parte), pero ¡horror, no se acordaba de la contraseña de la agenda!.

En estos momentos se acordó con un rictus de indignación, del consejo que le dio un amigo: “No se te ocurra poner la misma contraseña en todos tus accesos, pues si alguien la descubre, te tendrá pillado. En cada aparato pon una clave distinta y no se la digas a nadie”.

A la hora del almuerzo tuvo que tomarse un bocadillo en un bar, ya que al ir al comedor de la empresa, no pudo recordar la contraseña de la puerta de entrada. Tal como se estaba poniendo el día, pidió permiso para irse a su casa, pero al llegar a la misma no pudo entrar, pues no pudo desconectar la alarma, al no recordar ni remotamente la clave. Se sentó en la escalera, al lado de la puerta, con las manos en la cabeza.

A las dos horas aparecieron su mujer y su hijo de 7 años, al verle sentado le preguntaron qué le pasaba, - “Nada, he tenido un mal día”, y al ir a abrazar a su hijo, este le sujetó los brazos y le dijo, con una voz metálica y una sonrisa cibernética: “Para abrazarme tienes que introducir la clave del día (señalando un mecanismo al lado de la nuca)”...

Nuestro protagonista sintió que su mujer le estaba hablando, al tiempo de tocarle la cara: “Despierta, me parece que has tenido una pesadilla, por cierto hoy vendrá un técnico a poner una clave de acceso al microondas”.

SÍNDROME POSTVACACIONAL

Tras acabar las vacaciones y ante el reinicio del trabajo y la vuelta al cole, vuelve a hablarse del dichoso “síndrome postvacacional”, ocupando el lugar que en su día dejo el temido “hombre del saco”.

Todos somos conscientes que tras un periodo de descanso, más o menos largo, al volver a las ocupaciones diarias, se necesitan un par de días para volver a coger el ritmo normal, algo comprensible pues nos hemos acostumbrado a un horario más relajado y con menos tensión.

Hasta aquí todo normal, lo que resulta llamativo es la excesiva importancia que nuestra sociedad está dedicando a ese periodo de aclimatación, al que se le denomina con el pomposo nombre de “síndrome”, y al que psicólogos y sociólogos le dedican horas y horas de estudio, elaborando estadísticas y llenando sus consultas de miles de afectados. Sin mencionar el tiempo que le dedican los medios de comunicación.

Ante todo esto, uno se pregunta, si no estamos errando el tiro y al trabajo se le está considerando un mal, que debemos soportar durante 11 meses al año. Desde luego con este planteamiento no resulta extraño que haya personas que sufran este síndrome y vivan angustiadas ante esta situación, lo cual llevado al extremo se retroalimenta con el “síndrome del lunes”, es decir aquellos que el domingo por la tarde, se traumatizan con el inicio de la jornada semanal.

Resultaría más lógico, natural y “humano”, considerar al trabajo, como lo que es: la grata labor de contribuir al bien social, compartiendo tu tarea con compañeros, sirviendo como medio de sostener a la familia (mediante su justa retribución económica), además de realizarla con miras más altas. Hemos de procurar disfrutar de nuestro trabajo profesional y no verlo como algo negativo e insoportable, cuya sola mención produce ansiedad.

CIUDADANOS COMPULSIVOS

Este tiempo que nos ha tocado vivir tiene poco de reflexión y mucho de actividad, que no pocas veces se convierte en un activismo absurdo y agotador, ¡que levante el dedo quien no vaya con hora a todas partes – al trabajo, al médico...hasta cuando sale a cenar con unos amigos -, y siempre con la sensación de llegar tarde!.

En el trabajo, ya no nos conformamos con el propio teléfono del despacho, sino que tenemos que tener el móvil encendido (cuantas veces nos encontramos con el problema de sonar los dos a la vez), y que decir del correo electrónico, hay personas que a duras penas pueden leer todos los e-mails que reciben al día, sin contar con que muchos deben ser contestados, pero es el progreso y tenemos que estar al día, y ya se sabe que hoy para ser alguien tienes que tener móvil, correo electrónico, GPS en el coche y agenda electrónica de última generación, lo cual nos lleva a un ritmo tan trepidante que a más de uno le ha costado un infarto.

Y en casa ¡que contar!, uno llega reventado y con ganas de descansar, se sienta en el sillón pone la tele (hoy día hemos identificado descanso con ver la televisión, ¡que incongruencia!), y empieza la sesión de zapping, en menos de 2 minutos se ha visto 4 películas, 20 anuncios, 3 series americanas, 6 reality shows, 4 documentales y 1 partido de golf, al tiempo de comer deprisa y corriendo un sándwich de jamón y queso. Cuando llega la hora de acostarse, con los ojos brillantes de tanto zapping, esa familia parece una comunidad de zombies.

Al llegar el fin de semana, el viernes por la noche se entra en ebullición, y la familia se prepara para el madrugón del sábado, pues ya tienen asignado su lugar en la caravana consiguiente (de hecho en algunas carreteras ya te dan número de participación) y las 10 horas de “anhelante procesión”, tan esperada por la familia.

Lo malo de todo esto, es que estamos trasladando a los más jóvenes, este tipo de vida que no nos lleva a ninguna parte. Merece la pena que pensemos un poco y nos replanteemos mejorar nuestra calidad de vida, y esta empieza por saber disfrutar de todo lo que hacemos sabiendo porque lo hacemos.